domingo, 29 de mayo de 2011

La Luna...





La luna



Por Jaime Sabines

La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía
Un pedazo de luna en el bolsillo
es el mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.

Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.



Música: Ennio Morricone

jueves, 26 de mayo de 2011

La Leyenda de la Luna y el Lobo....



En un tiempo sin tiempo, cerca de uno de los principios, la luna era siempre redonda y lejana, atada detrás del cielo y colgada de la nada entre vacíos.

Miraba el mundo a sus pies coronada de plata y olvido. Y estaba bien mirando en la distancia. Pero una noche, distraída, se acercó demasiado a la Tierra y se le enredaron los dedos en las ramas de un árbol.

Cayó de pie sobre la hierba y de repente le salió al paso una sombra oscura:

- pelo crespo, ojos negros y una sonrisa lobuna. Cabriolas de luz de luna enmarañada de lobo jugando entre arbustos y colinas. Aullidos y risas y rumor de estrellas entre las hojas.

Pero todo lo que empieza acaba y el lobo volvió al bosque y la luna al cielo. Cuenta la leyenda que antes de separarse, la luna le robó al lobo su sombra para vestirse de noche el rostro y recordar el aroma de bosque.

Y que desde entonces el lobo le aúlla a la luna llena que le devuelva su sombra...

martes, 24 de mayo de 2011

El músico y la muerte ......

"El músico y la muerte" de Lubomir Benés.
 (Muzikant a Smrt)



pura sensibilidad....

Leyenda de las Hermanas Vida y Muerte.....

(extracto de la novela del escritor gallego Manuel Rivas,“El lápiz del carpintero")



        .....sucedió en Galicia. En un lugar llamado Mandouro ... vivían... dos hermanas. Vivían solas, en una casa de labranza que les habían dejado sus padres. Desde la casa se veía el mar y a muchos navíos que allí cambiaban el rumbo de Europa hacia los mares del Sur.

       Una hermana se llamaba Vida y la otra Muerte. Eran dos buenas mozas, robustas y alegres.

       -¿La que se llamaba Muerte también era guapa?, preguntó preocupado Dombodán.

        Sí. Bien. Era guapa, pero algo caballuna. El caso es que las dos hermanas se llevaban muy bien. Como tenían muchos pretendientes, habían hecho un juramento: Podían flirtear, incluso tener aventuras con hombres, pero nunca separarse la una de la otra. Y lo cumplían lealmente. Los días de fiesta bajaban juntas al baile, a un lugar llamado Donaire adonde acudía todo el mocerío de la parroquia. Para llegar allí, tenían que atravesar unas tierras de marisma, de barro y arena blanda, conocidas como Fronteira. Las dos hermanas iban con los zuecos puestos y llevaban en la mano los zapatos. Los de Muerte eran blancos y los de Vida, negros.

       -¿No sería al revés?

        Pues no. Era tal como os digo. En realidad, esto que hacían las dos hermanas era lo que hacían todas las muchachas. Iban con zuecos y con los zapatos en la mano para tenerlos limpios a la hora de danzar. Así que se juntaban en la puerta del baile hasta un ciento de zuecos, como barquichuelas en un arenal. Los muchachos, no. Los muchachos iban a caballo. Y se contoneaban en sus cabalgaduras, sobre todo al llegar, para impresionar a las chicas.

       Y así iba pasando el tiempo. Las dos hermanas acudían al baile, tenían sus quereres, pero siempre, tarde o temprano, volvían a casa.

       Una noche, una noche de invernada hubo un naufragio. Fue un naufragio muy especial. El barco se llamaba Palermo e iba cargado de acordeones. Mil acordeones embalados en madera. La tempestad hundió el barco y arrastró el cargamento hacia la costa. El mar, con sus recios brazos, destrozó las cajas y fue llevando los acordeones hacia las playas. Los acordeones sonaron toda la noche, con melodías, claro, más bien tristes. Era una música que entraba por las ventanas, empujada por el vendaval. Como todas las gentes de la comarca, las dos hermanas despertaron sobresaltadas y la escucharon también, sobrecogidas.

        Por la mañana, los acordeones yacían en los arenales, como cadáveres de instrumentos ahogados. Todos quedaron inservibles. Todos, menos uno. Lo encontró un joven pescador en una gruta. Le pareció una suerte tal que aprendió a tocarlo. Ya era un muchacho alegre, con mucha chispa, pero aquel acordeón cayó en sus manos como una gracia. Vida, una de las hermanas, se enamoró tanto de él en el baile que decidió que aquel amor valía más que todo el vínculo con su hermana.

       Y huyeron juntos, porque Vida sabía que Muerte tenía un genio endemoniado y que podía ser muy vengativa. Y vaya si lo era. Nunca se lo ha perdonado. Por eso va y viene por los caminos, sobre todo en las noches de tormenta, se detiene en las casas en las que hay zuecos a la puerta, y a quien encuentra le pregunta: ¿Sabes de un joven acordeonista y de esa puta de Vida? Y a quien le pregunta, por no saber, se lo lleva por delante.

       Cuando el tipógrafo Maroño acabó su relato, el pintor musitó: Esa historia es muy buena.
        - La escuché en una taberna. Hay tascas que son universidades.





Precioso relato... maravillosa historia.....

miércoles, 18 de mayo de 2011

El silencio....


Donde no llega el sonido,
Todo es silencio.
Donde no suena la música,
Habita el silencio.
Dónde no hay palabra que merezca la pena decir,
Reside el silencio.

Se cuela como humo por todos los rincones,
Cala como fría lluvia de invierno,
Y se mueren en los labios las sonrisas,
Cuando sinuosa y lentamente habla el silencio.

Fiel compañero de la tristeza,
Amante incondicional de la soledad,
Verdugo implacable de la risa,
Testigo mudo del desamor.

A él recurre, el cobarde,
El triste, el melancólico,
El que se enamora y se asusta,
Y el que aún rodeado de gente se encuentra solo.

El que en sus brazos me acoge,
Y me acuna hasta quedarme dormida,
El que hace mi dolor suyo,
Y me consuela cuando una lágrima cae por mi mejilla.

Más muchas veces  es el silencio,
La palabra más adecuada, la mejor nombrada,
Es él, el  que expresa sentimientos y miedos,
El que cuando todo está dicho..... habla.


martes, 17 de mayo de 2011

Esta noche siento....


 Soledad - Mario Benedetti

Ellos tienen razón
esa felicidad
al menos con mayúscula
no existe
ah pero si existiera con minúscula
seria semejante a nuestra breve
presoledad

después de la alegría viene la soledad

después de la plenitud viene la soledad
después del amor viene la soledad

ya se que es una pobre deformación

pero lo cierto es que en ese durable minuto
uno se siente
solo en el mundo

sin asideros

sin pretextos
sin abrazos
sin rencores
sin las cosas que unen o separan
y en es sola manera de estar solo
ni siquiera uno se apiada de uno mismo

los datos objetivos son como sigue


hay diez centímetros de silencio

entre tus manos y mis manos
una frontera de palabras no dichas
entre tus labios y mis labios
y algo que brilla así de triste
entre tus ojos y mis ojos

claro que la soledad no viene sola


si se mira por sobre el hombro mustio

de nuestras soledades
se vera un largo y compacto imposible
un sencillo respeto por terceros o cuartos
ese percance de ser buenagente

después de la alegría

después de la plenitud
después del amor
viene la soledad

conforme

pero
que vendrá después
de la soledad

a veces no me siento

tan solo
si imagino
mejor dicho si se
que mas allá de mi soledad
y de la tuya
otra vez estas vos
aunque sea preguntándote a solas
que vendrá después
de la soledad.



domingo, 15 de mayo de 2011

Cuenta la leyenda....






.... que una noche, Beethoven y un amigo estaban caminando por las calles de Bon, y, al pasar por uno de los barrios más pobres, se sorprendieron de oír música, bien interpretada, proveniente de una de las casas. Beethoven, cruzó la calle, abrió la puerta de un empujón, y entró a la casa sin anunciarse. La habitación era precaria, y estaba iluminada por una débil vela. Un hombre joven se encontraba trabajando sobre un banco de zapatero en un rincón. Una joven mujer, aún casi una niña, estaba sentada a un viejo piano cuadrado. Ambos se sobresaltaron por la intromisión, pero su sorpresa no fue mayor que la de Beethoven y su amigo al enterarse que la joven era ciega.

Beethoven, un tanto confundido, se apresuró para disculparse, y explicó que había quedado tan impresionado con la calidad de ejecución de la joven, que había apresurado por averiguar quien era que estaba tocando en ese mismo momento esa noche y en ese barrio de la ciudad. Luego, preguntó amablemente a la muchacha dónde había aprendido a tocar, a lo cual ella respondió que una vez habían vivido al lado de una mujer que estudiaba música, y quien pasaba gran parte de su tiempo practicando las obras del gran Maestro, Beethoven. Ella había aprendido a tocar muchas de las piezas del Mestro tan sólo oyendo practicar a su vecina. El hermano de la joven los interrumpió en ese momento para saber quienes eran los intrusos, y que seguramente habían notado la pobre interpretación de su hermana. ¡Escucha! Dijo Beethoven, mientras caminaba hacia el piano, luego se sentó y tocó los acordes iniciales de su Sonata Claro de Luna.

Lágrimas cayeron de los ojos de la muchacha al momento en que ella reconoció la música, y luego con una voz trémula, le preguntó a él si era posible que fuera el gran Maestro en persona. “Si” respondió Beethoven; “tocaré para ti”. Luego de unos momentos, mientras tocaba una de sus composiciones más viejas, la vela parpadeó, y se apagó. La interrupción pareció romper el tren de su memoria. Beethoven se levantó, fue hacia la ventana, y la abrió, inundando la habitación con la luz de la luna. Luego de meditar unos momentos, se volvió y dijo: “Improvisaré una sonata a la luz de la luna”..... y asi surgió...

 Sonata para piano No. 14 en Do sostenido menor “Quasi una fantasia“, Op.27, Nº 2, mas tarde conocida como:


Sonata Claro de Luna (Moonligth Sonata)


Ojalá...

Y porque no pedir deseos a la lunna...??



Pablo Moro - Canción de cuna

Ojalá que suba la marea hasta tu pelo,
que caiga nuestra ropa por el suelo
en alguna pensión,
para no poner muy alto el listón del deseo.
Ojalá que no tenga que salir a buscarte,
que no llegues tarde a la cita,
que sea yo en quien pienses cada noche
cuando, al acostarte, te tocas y te excitas.
Ojalá que te encuentre en la fiesta del barrio,
que la orquesta guíe nuestros pasos,
que nos sorprendan el sol y el barrendero
borrachos bailando.
Ojalá que vengan tiempos mejores,
que me pongas los cuernos de la luna.
Que beba entre tus piernas los licores
que guardas para noches especiales.
Que esta canción de cuna, por fin,
cure mis males.
Ojalá que no quieras quedarte y tengas prisa,
que nos entre la risa al despedirnos
y no me ponga tonto.
En fin, que no quede ridículo ser nosotros mismos.
Ojalá que te encuentre perdida en los bares,
que la ciudad sea uno de esos lugares donde vale la pena
cumplir la dulce condena de estar vivos.
Ojalá que vengan tiempos mejores,
que me pongas los cuernos de la luna.
Que beba entre tus piernas los licores
que guardas para noches especiales.
Que esta canción de cuna, por fin,
cure mis males.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Por todas esas noches especiales....


                    .... y por las muchas que aún nos quedan por vivir... Un bico.